30.8.10

Aunque el comienzo oficial del año es el 1 de enero, la cruda realidad es bien distinta. En enero aún estamos sometidos a la rutina diaria, nada cambia entre diciembre y el mes siguiente. Pero en verano, concretamente en agosto, parece que el mundo se paraliza. Pobre del que intente llevar una vida normal. Es imposible. Intentad hacer una triste fotocopia, compraros unas medias o unos pinturines sin tener que acudir al Carrefour de turno. O tomarte unas cañitas en el bar de abajo. Vamos, que esque ni ver la tele. También cabe la posibilidad de que hagas lo que la gente vulgar: irte de vacaciones. Y entonces te juntarás con toda la gente de tu ciudad en un pueblo cinco veces más pequeño pero eso sí, con playa, en bermudas y pagando tres veces más por la misma sopa estarlux que en la tienda del chino de al lado de tu casa. O por la cocacola lait. O lo que es peor: por la lata de Mahou verde. Pero luego llega septiembre y todo vuelve a una normalidad renovada, llena de nuevos y buenos propósitos: me pongo a dieta, reforman tu tienda de siempre, inauguran algo, te cambian los presentadores del telediario, las nuevas temporadas de las telemierdaseries… Para que luego digan. Y yo aún no me he quitado los rulos. Igual ahora, para septiembre… FELIZ AÑO NUEVO.

7 comentarios:

Uma Chusma dijo...

Feliz año nuevo, Sufrida!
bueno, lo de la dieta es un decir, siempre hay un motivo para empezar una nueva dieta: el super-clásico después de Navidades, que si la operación bikini, que si la astemia primaveral y no me muevo y subo en ascensor dos escalones, que si tengo una boda...
Yo creo que con la operación bikini, los anticelulíticos de los cojones y la sopa starlux de los chinos ya vale hasta el final de otoño.

En fin, a mi me da un poco de ansiedad el fin del verano, porque se me pasa muy rápido; vale, se pasa mucho la madre naturaleza (como dice otra mari) con la intensidad de calor, y a ver quién es el valiente de realizar la lucha de las mil gestiones a las cinco de la tarde (si es que hay algo abierto), pero el invierno es largo y frío, y algunas desafortunadas no tenemos quién nos caliente la cama todas las noches...
Ay! siempre me quedará Lanzarote!

Sufrida Loren dijo...

Yo ODIO el final del verano, desde que lloraba cuando era pequeña con el Dúo Dinámico y los anuncios de la vuelta al cole. Lo mires por donde lo mires, agosto es una ful, es como la antesala de septiembre. Es como cuando te quedan tres días de vacaciones y no los disfrutas pensando que ya pronto vuelves a los estudios de rodaje. Y el otoño no me gusta, y menos aún el invierno. Y en agosto no paran de recordarte que "el otoño ya está aquí". Pues me cago en el otoño. ¡Coño! Mañana me quito los rulos, he de comenzar el año...

Kuir Ass Fuck dijo...

Pues a mi el otoño me encanta: los ocres, el fresquito, las vacaciones (no me gustan las vacaciones en julio ni agosto), la vuelta a la normalidad.
También me gusta la primavera, odio el verano (me encata el pre-verano, si existe ese palabro)
Quizá es porque de pequeño me encantaba la vuelta al cole, hojear los libros nuevos, olerlos, forrarlos con plástico (que ritual).
Si, soy un bicho raro.
Feliz año nuevo! Nos vemos en 15 días (trece para ser más exactos)

Anónimo dijo...

Pues a mi tambien me encanta que llegue septiembre, es como abrir un block nuevo y el blanco donde puedes escribir lo que quieras.
Me cago en agosto y en el calor, y en salir de azul mario para ir a currar con 40 grados a la sombra.

Uma Chusma dijo...

Se me había olvidado ese placer escolar del material nuevo.
Recuerdo los estuches Pelican, que costaban una pasta y el que lo tenía era el más guay.
Yo tuve uno, y recuerdo la tristeza de que se rompiese una lengüetilla de plástico al tercer día.

Alpargata O'Jara dijo...

Yo nunca tuve un estuche Pelican, pero esto me ha recordado el más guay y que llevé hasta que se deshizo prácticamente: uno de snoopy. Rosa. Rosa. Era rosa. Puede que sea de lo poco rosa que me ha gustado. Te lo juro por Snoopy y por que se caiga el techo de Pachá.

Sufrida Loren dijo...

Jaaajajajajajaja... Ahora lo entiendo todo. No es que el rosa te de grima, es un trauma infantil.