A veces una espera a que suene, desea que suene, aunque sólo sea un sms, una llamada perdida. Algo que le dé vidilla. Y otras veces, otras veces una se pregunta por qué le pasan estas cosas, si es que fue muy mala en otra vida o, simplemente, no debería borrar ningún número de la agenda. Nunca. Que luego, al cabo de los años y aunque los sepas felizmente casados y con hijos, te sorprenden. Te pillan desprevenida. Primero, porque no sabes quién demonios es ése. Luego, cuando ya te ha dado alguna pista y crees recordar su cara, porque no entiendes que te llamen después de tanto tiempo. Y por último, porque si lo único que tuvisteis fue un rollo de verano (o de primavera, o de lo que sea), fugaz y acabado, ahora no tiene ningún sentido que te llame para contarte su divorcio. ¿Será que no tiene amigos? ¿Le habrán tocado todos a ella en el reparto de bienes? ¿O sólo quiere sexo, en cuyo caso, toda esa energía negativa del malrolloseparaciónconcuernos sólo puede daros disgustos? Quizá sea ése el plan: dar pena para que intentes aprovecharte de él en un momento bajo, bajísimo, que sería exactamente lo que él haría en tu caso. Lástima que a mí la pena ya se me haya agotado.